El
Guardavidas
Por Vladimir Ramírez
Los ojos le brillan de una manera
especial cuando habla de su carrera. Gastón Díaz estudia educación física y
hace curso de guarda vidas en el Sindicato de Guardavidas de La Plata (SUGARA).
Al preguntarle porqué escogió esa carrera, se aferra al sueño que ha tenido por
largo tiempo: el deporte, además “me gustaría salvar una vida o prevenir una
muerte”.
Ese sueño lo trajo 1000 kilómetros
desde su casa en General Roca, donde vivía con su madre, sus hermanos y
hermanas. Desde chico ha sido apasionado por el futbol, como buen legado
argentino, que a sus 22 años continúa
practicando en los ratos libres.
Ser el número seis de los
hijos fue uno de los contras que su madre vio cuando Gastón decidió salir de
casa tras la idea de estudiar.” No le gustó mucho la idea que me viniera para
acá, porque era lejos y soy uno de los más chicos, tenía miedo que me pasara
algo. Aunque me apoya en todo”.
Gastón es el primero en su
casa en terminar la secundaria y en empezar estudios universitarios. Le
costó tomar la decisión de trasladarse
tan lejos de casa pero es consciente, a
su pesar, que su carrera no se encuentra
en General Roca y en la facultad más cercana es una carrera
privada. Así que le era necesario mudarse lo más cerca posible a una universidad
pública.
Este es su primer año de
carrera, pero ya se visualiza en un futuro enseñando en escuelas y como dueño
de un gimnasio. Confía que el dinero que necesita para terminar sus estudios podrá obtenerlo
trabajando como guardavidas en piletas o en épocas de verano en alguna playa, así
como se lo propuso el día que subido en
el micro, rumbo a La Plata, vio por la ventana a su madre y hermanas despidiéndose de él.
Confiesa “no venía preparado,
el entrenamiento tiene un ritmo muy
fuerte”, afirma que son cuatro horas en la facultad y dos de entrenamiento con
el SUGARA. Entrenamiento en pileta y preparación física fuera del agua para
tener más fuerza y resistencia son los logros más complejos de alcanzar para Gastón.
Una alimentación rica en frutas, carne, pan y carbohidratos, es la base de su buen rendimiento. Como
deportista admite “me hubiera gustado ir
a un nutricionista al principio de año, habría sido lo ideal. Me baso en lo que
me dicen mis compañeros y los profesores” y aunque trata de comer cada 3 a 4
horas los entrenamientos muchas veces afectan sus horarios auto establecidos.
Motivación es lo que lo le
sobra, por su carrera, por el deporte, por su familia y por sus sueños, esto le
da la fuerza para terminar cualquiera de las pruebas físicas por las que ha
pasado en este 2013. Recuerda que hace dos semanas fue a una laguna con el
curso de guardavidas,” nadamos seis kilómetros, la laguna tenía tres de ancho,
descansamos y volvimos; después de eso tuvimos
una hora y media de ejercicios de fuerza, de velocidad y resistencia
fuera del agua. Creo que nunca me voy a olvidar de eso, terminé pero muy
cansado”.
Aunque como todo joven
Gastón cuenta con una fuente de energía en constante producción, que le permite
no solo llevar una vida deportista sino también juntarse con amigos y salir de joda,
además de llevar un voluntariado para ayudar a las víctimas de la inundación del
2 y 3 de Abril de 2013.
En las inundaciones repartió
junto a la ONG, de la que hace parte, ayudas para los afectados. “Hicimos una
venta de empanadas y una rifa para sustentar el nuevo proyecto que llevamos a
cabo: el techo para un comedor”
El tiempo le alcanza para
todo, aunque admite que el agotamiento físico es algo que ha aprendido a dejar
de lado para poder continuar con sus múltiples metas. Sonríe y continúa con ese brillo de emoción, porque
sabe que esto es lo que quiere para él, mostrando con orgullo la chaqueta roja
que lo nombra como un guardavidas, en su caso uno por vocación.
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