-ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS NO TEMÁIS A LA COCINA-
Por: Diego Leni
Jóvenes
del ámbito académico no desenfundar el sable a la hora de preparar un alimento.
La cocina parece ser un lugar temerario
de transitar dónde las mujeres por presiones culturales, por lo general, se ven
mejor desenvueltas. Aunque en cierta manera de 30 años hacia adelante se ha
revertido la tendencia de la dama toda poderosa en el lenguaje culinario, no es
menos cierto que los varones vigorosos a lo largo y a lo ancho, que bien
podrían ser unos de sus pretendientes para el casorio, ni siquiera lavan un
plato para complacerlas.
¿Quién
de nosotros, en la plenitud de nuestra juventud no se ha preguntado, qué rayos
hacer con una zanahoria y un huevo que sólo hubo en la heladera, en un día que
el estómago reverberaba de hambre? Uno a lo mejor no resiste en intentar
mezclar ambas cosas si la pereza es bienvenida, o boga por la búsqueda de otros
ingredientes para lograr una comida más o menos consumible.
Nadie
quiere preguntarse: “¿qué comemos? “, justo cuando decidimos hacer planes con
nuestra amiga temporaria, la resaca. Entonces para evitar males mayores, y no
pasarse de consumistas corporativos de hamburguesas y salchichas, porque la
obesidad y el sedentarismo tocan permanentemente el timbre de la casa, las verduras
y las frutas claman en tono suplicante que las consumamos. Dicen “cómannos”.
Pero
a sabiendas de que nuestra alimentación no sólo tiene que ver con frutas y verduras,
es preciso que nuestras manos estrenen esas cacerolas que nuestras madres o
padres han usado gozosos, para expresarnos: “¿ven chicos? Así se cocina”. O que
nos agarren con las manos en la masa pero no in fraganti cometiendo un delito,
más bien literalmente, con la alegría reflejada en nuestro rostro al afirmar
como quien descubriera el gran invento de la humanidad, luego de hacer fideos y
contar a los nuestros: ¡¡miren los tallarines que me salieron!! Por ejemplo.
Capaz al entender que en el mundo
existía algo más que medir el tiempo, la ropa o la duración de los momentos que
conviene estar acaramelados con nuestras parejas, también entenderemos que las raciones de comida a consumir piden ser
divididas o los ingredientes
nutricionales esperan con bombos y platillos a que alguien se decida a
distribuirlos y mezclarlos, de modo que puedan formar algo denominado
preparación o alimento.
Si
Messi pudiera soltar el balón cuando los varones ven un partido de la selección
argentina, como de costumbre, y se desprendiera del chupete electrónico para
ayudarnos a cocinar, sería genial, ¡pero bajemos los pies a tierra que hasta el
mismo futbolista alguna vez se tuvo que defender frente al artefacto del terror:
la cocina!Y lo raro sería en el caso de las mujeres, que una joven atenta a la
novela televisiva, pretendiera que el tercero en discordia, le cuide de que no
se le queme el tuco. No hay que ser ingenuo, ni vanidoso.
Ojalá
que en calidad de alumno universitario, el día que nos toque invitar a alguien
a comer, no entienda que esté almorzando en la casa de Drácula, al advertir la
presencia de nuestro plato culinario o que haya probado unos de sus bocados, no
implique que se vuelva al reino del muy muy lejano y no regrese a comer nunca
más al hogar.
De
más está decir que es saludable como recomendable extremar las iniciativas higiénicas.
Aunque si ocurre que nuestros agasajados, están más que satisfechos con la
comida que les ofrecimos -y no vale el delivery- al degustarla, misión cumplida,
prueba superada. Pero si por caso se decepcionan y lo rechazan como si a
alguien se lo hubiera propuesto como la gran meta, ¡a no desesperar! Para nada
se nace con conocimientos. Errar es humano. Hasta que podamos gritar a los
cuatro vientos que nos salió algo bueno. Alimentos siempre abundan tanto como
las oportunidades para reivindicarse. Lo importante es ser valiente y decidido.
El gran reto, es superar el desafío.
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