El otro comer
-Otra opción económica para los
estudiantes-
Por: Vicente Roca
Cuando entramos se puede observar
una pintada realizada por una agrupación de izquierda, también de color rojo, bañado
por la luz que se asoma por entre las ramas del gran árbol que se encuentra frente a la entrada; una pintura que se resalta
en medio de la pared con unas palabras que consolidan la pertenencia del
comedor al estudiantado universitario.
Fue ahí que comenzó nuestra sesión
de fotos. No sin antes preguntar, por si podíamos tomar las imágenes. Entonces,
allí descubrimos la gran predisposición de los encargados de atender y de servir
a los estudiantes en ese lugar.
El
aroma de la comida inundaba el ambiente, poco a poco nos marcó el camino hacia
la cocina. Al entrar allí, nuestros ojos se vieron atraídos por dos carteleras
de colores, las cuales daban la bienvenida a la primavera con una jovial y
divertida frase que anunciaba: Feliz Primavera.
Los trabajadores del comedor,
vestidos con su habitual uniforme negro compuesto por un simple delantal atado
a tiras que rodeaban su cuerpo a la altura de la cintura, y un gorro referente
a la profesión de chef/cocinero. Lavaban los platos, cocinaban, servían y
atendían a aquellos estudiantes que con anterioridad habían comprado su ticket.
Para conseguir estos (tickets), los alumnos universitarios vuelven al Comedor
los días viernes y, en general, los compran por una semana o por dos semanas
por $25.
Al mirar el resto del espacio
pudimos descubrir que una cantidad de veinte mesas (aproximadamente) estaban
distribuidas equitativamente en cuatro filas alrededor de todo el lugar. Las
cuales hacían al espacio dar la impresión de un buffet un tanto moderno,
mezclado con la juvenil actitud de los estudiantes.
Había, más o menos, una cantidad de
quince estudiantes degustando el menú de ese mediodía de martes. Bocado tras
bocado el comedor se fue vaciando de a poco, y al marcar en el reloj las 02:30 P.M,
los trabajadores finalizan su jornada de labor, apilando las mesas y las sillas
una sobre otra.
En una de las grandes paredes laterales, se podía ver en un recuadro
grande el homenaje conmemorativo a la gran cantidad de personas desaparecidas
durante la dictadura, que titulaba: 30.000 compañeros detenidos, desaparecidos
y asesinados ¡Presentes! Y bajo este titular se veían detalladamente la enorme
lista de todos los jóvenes perdidos en la lucha por sus derechos.
Veinticinco pesos es todo lo que se
necesita para comer toda una semana allí. Después de una fila para adquirir los tickets en un cubículo externo al lado del comedor donde,
usualmente, dos mujeres canjean el dinero por los almuerzos que se deseen comprar.
Se despiden de nosotros recordándonos enfáticamente
que las puertas se cierran a las 2:30, y que después de eso ni la muestra de
los almuerzos queda.
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